viernes, 16 de abril de 2010

Adios... ¿amor?

-Ella no lloró, -pensé.

-"Lo nuestro no da para más, es mejor que terminemos"

Tantas veces repetí en mi mente la escena, preocupado por no poder elegir las palabras adecuadas, alarmado por su posible reacción. Tantas veces; y, en cada uno de los factibles escenarios que yo había tejido, ella terminaba llorando: en algunos, un río de lágrimas corría por sus mejillas mientras se daba vuelta y se iba corriendo lejos de mí; en otros, su miraba de desprecio y sus insultos desgarraban con fuerza el alma del monstruo en que yo me había convertido para ella con mi "traición". Y yo, siempre, intentaba consolarla, calmarla o convencerla de que era la mejor decisión; de que todavía la quería, pero que mi cariño no era suficiente para continuar; de que no había otra, sino que simplemente estaba cansado de nuestras peleas, harto de sentirme aprisionado continuamente, y necesitaba un tiempo para mí. Ella me asfixiaba. O al menos, eso creía.

Aún así, yo, yo la conocía mejor que nadie. Sabía que la iba a lastimar. Sabía que no iba a saber entender mis razones, y que iba a persistir en su idea de que lo intentáramos nuevamente, de que nos diéramos otra oportunidad. Yo lo sabía. Por eso intentaba definir cuál era la manera más sutil -pero clara- de decírselo. Temía su reacción ante mis hirientes palabras y, al mismo tiempo, quería que sufriera lo menos posible.

Yo estaba seguro de que iba a llorar. Pero me equivoqué.

Esa tarde en la que finalmente confesé mis verdaderos sentimientos y le puse un punto final a nuestra historia de amor, ella no lloró. Ella no me miró con desprecio, ni con dolor. Mientras yo hablaba, ella me escuchaba. Y al terminar mi monólogo, no dijo nada. En el mismo silencio que mantuvo durante mi discurso, se levantó de su asiento, dejó sobre la mesa el dinero para el café que había tomado, me dio la espalda, y -acto seguido- salió de la confitería como si yo no existiera, como si nada hubiera pasado.

Fueron apenas unos pocos segundos, pero yo los sentí como interminables minutos. Al verla partir, al darme cuenta de que se alejaba para siempre de mí y de que me iba a olvidar como se olvida todo aquello que es despreciable e intrascendente, sentí una puntada en el pecho.

Quise correr tras ella. Quise detenerla y preguntarle lo que sentía, lo que pensaba, y no me decía. Quería que me dijera por qué no había llorado ni se había enfadado, como yo imaginaba que iba a hacer. Su indiferencia tajante me devastaba.

Al verla partir, me percaté de que lo que en realidad quería era tener la certeza de que yo le importaba. Necesitaba un empujón suyo que se empecinase en hacer funcionar nuestra relación una vez más, un empujón que me demostrara que valía la pena.

Quise correr tras ella y detenerla; pero no pude hacerlo. Ya había soltado su mano; yo mismo la había apartado de mí, y ahora tenía que dejarla ir.

Ese día fue el último día en que supe algo de ella.

Esa mirada de desinterés total y su espalda alejándose de mí fueron lo último que vi. Porque quise ir tras ella, pero no pude moverme.

Me quedé estupefacto, repitiendo para mí "ella no lloró, ella no lloró".

3 comentarios:

  1. Que real que es eso xDuuu Y que jodidas son las relaciones en sí, el texto me llegó >_>

    Pero no me llegan palabras para contestar decentemente xDuu

    Me gustan mucho tus escritos (F)

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  2. Muy bueno el texto, como dijo Kaoru: "muy real". (offtopic: Newyork Time: "la mejor pelicula en años" (???))
    especialmente me gustaron estas cosas:

    -Lo dificil que es tomar la decision, cuando estas en una relacion, de cortarla cuando no va mas.

    -Como, muchas veces, uno cree que va a producir algo y por mas que lo piense mucho y le de mil vueltas, se enfrasca en que la cosa va a ir para cierto lugar... y despues suele irse para el menos pensado.

    -Eso de auto-engañarse, poniendose excusas para justificar algunos actos, que despues te das cuenta de que pasaba por otro lado. (o talvez pensar que pasaba por otro lado, como podria ser en esta historia... el chabon, tranquilamente, podria decir que se daba cuenta que al final no queria cortar... pero que en realidad esas ganas de seguir con la pareja se desataran como una reaccion ante haber sido ninguneado y no realmente por querer a la otra persona)

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