Me enfrenté a la página en blanco con una ferviente necesidad de escribir. Pero cuando intentaba poner en palabras lo que sentía, nada salía. ¿Qué era exactamente lo que quería decir? ¿Qué era exactamente lo que sentía? ¿y lo que quería hacer?
Miraba el reloj.
Miraba la pantalla.
Pensaba.
Intentaba concentrarme.
Pero nada.
Completamente bloqueada.
Entonces, empecé a anotar las ideas a medida que venían a mi cabeza.
Ésta es la última de esas líneas de pensamiento.
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