miércoles, 29 de septiembre de 2010

Inter

¿Y si no quisiera soltarte? ¿Podrías escaparte?, le dije.

Ante mis palabras, se sobresaltó. Por unos segundos, un silencio un tanto perturbante se hizo presente. Fue como si el tiempo se hubiese detenido. Y ahí me di cuenta del peso de mis palabras.

Dudé.

¿Y si se enojaba conmigo? Estaba jugando, sí. Pero no podría negar que mi pregunta reflejaba mis verdaderos sentimientos en ese instante.

Ella, aún prisionera de mis brazos, se quedó inmóvil pensando. Finalmente, levantó su rostro y me miró a los ojos.

Intenté ver en su mirada alguna expresión que indicara molestia o enfado, pero la misma no comunicaba nada.

Sonrió; aunque no su habitual sonrisa enternecedora. Todo su semblante era desafiante.

-¿Es un reto?, me dijo.

Esa respuesta despertó en mí dos sensaciones: Tranquilidad, por un lado. Curiosidad, por el otro.

¿Qué haría, ella, para liberarse? Esperaba que forcejeara conmigo. Era la opción más lógica. Sin embargo, para mi sorpresa, no utilizó la fuerza bruta. Por el contrario, cada uno de sus movimientos fue suave y gentil.

Primero, sus brazos rodearon mi cuello. Lenta y delicadamente, su cuerpo se acercó aun más al mío. Me dio un cálido beso en la mejilla izquierda, y susurró unas dulces palabras a mi oído.

-Dulces palabras, me dijo.

Bueno, en principio fueron en broma, después en serio.

-Te quiero muuucho.

-Te quiero mucho. Te quiero mucho –repetí para mí.

Entonces, volvió a mirarme y sonrió, esta vez sí, su sonrisa enternecedora.

De pronto, dio un paso hacia atrás, y sus brazos se desprendieron de mi nuca. En su lugar, sus manos buscaron las mías.

Muy despacio, su mano derecha desprendió a mi mano izquierda de su cintura. Con la otra, levantó mi brazo derecho y, como una bailarina, dio una vuelta entera sobre sí misma dando un paso hacia atrás.

Y así, con gran elegancia, quedó en libertad, dijo de repente.

Hizo una reverencia. Y, cuando levantó la vista y me miró nuevamente a los ojos, su semblante dejaba ver una sonrisa pícara, idéntica a la de una niña traviesa.

Después de haberte robado una sonrisa, digo "adios, hasta la vista", sentenció.

Rió en voz alta, y yo no pude evitar acompañarla.

Se dio media vuelta, y empezó a alejarse.

Esperaba que se volviera hacia mí, pero ella siguió su camino como si nada hubiese pasado.

Qué injusta, pensé sonriendo.

2 comentarios:

  1. Te lo tenía que comentar por acá...

    Me encantó x_x sos muyy buena redactando y este en particular me hizo imaginar/sentir la situación.

    Son esos momentos aw >D y como te dije, lo imaginé al revés de como pensabas -kuku- XD

    Ahora necesito un doujin, vez (?) XDDD

    Besote :3

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  2. Ile, que bien escribis!!!!! que sentimieto...me gustó mucho, mucho... besos
    Analia

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